La guardia de «guerrilleros» que custodia la «Posición Yuste» le deja pasar una vez identificado. Galán se lleva el puño a la sien en movimiento maquinal mil veces repetido. —El señor presidente le espera… Con el doctor Negrín están reunidos el subsecretario de Defensa, Antonio Cordón, antiguo capitán de artillería y diplomado de estado mayor, miembro hoy del comité central del partido, y que hace tres días acaba de ser ascendido a general. Jesús Hernández, del buró político y comisario inspector de las fuerzas de tierra, mar y aire, y, disimulado tras su borroso aspecto de profesor pacifista, el todopoderoso «Ercoli», representante de la Internacional comunista, el italiano Palmiro Togliatti, que simula limpiar con aplicación sus gafas. —Amigo Galán, le he convocado con cierta precipitación porque voy a encargarle una misión delicada. Siéntese. El presidente del gobierno y ministro de Defensa viste un traje oscuro y, aunque parece fatigado, la voz y el tono con que le