Francesca Caldara: «Las salinas van más allá de ser una industria salinera, también son un testimonio histórico, un espacio de arqueología industrial y, a la vez, un entorno natural que alberga gran biodiversidad»
Francesca Caldara estudió Economía aplicada a la gestión del patrimonio ambiental y cultural. En 2017 se incorporó al FAI – Fondo per l’Ambiente Italiano, la principal fundación privada en Italia que se dedica a la protección y puesta en valor del patrimonio cultural y natural. Su labor comenzó en las Salinas Conti Vecchi, un complejo histórico-industrial situado en Cagliari, al sur de Cerdeña.
Desde entonces, el FAI gestiona estas salinas donde cada año se producen cerca de 450.000 toneladas de sal. Además de mantener la actividad productiva, la fundación ha restaurado los edificios históricos y diseñado itinerarios turísticos y culturales, transformando las salinas en un modelo de gestión turística sostenible y rentable, que integra la preservación del patrimonio histórico-cultural con la producción industrial de sal, y la protección y conservación del ecosistema.

Gestión de las Salinas de Conti Vecchi
–¿Cómo se logra equilibrar la producción industrial de sal con la conservación ambiental y la experiencia turística?
Lo fascinante de estas salinas es que la producción industrial y la biodiversidad han convivido siempre en armonía: trabajadores y aves comparten un mismo espacio sin problemas.
Las salinas van más allá de ser una industria salinera, también son un testimonio histórico, un espacio de arqueología industrial y, a la vez, un entorno natural que alberga gran cantidad de biodiversidad. Además, representa la identidad de toda una comunidad, la llamada “comunidad de la sal”. Por todo esto, nos parecía fundamental protegerlo y contar su historia.
En 2017 comenzamos un proyecto de colaboración con la histórica empresa productora de sal, que lleva activa más de 100 años y sigue siendo una de las más importantes de Europa. Esta empresa se encarga de la producción de sal, mientras que nosotros (FAI) nos centramos en la dimensión cultural y turística: con más de 25.000 visitantes al año, sensibilizamos al público sobre la importancia de la biodiversidad y reinvertimos los ingresos en restauración.
– ¿Qué es lo que más valoran los turistas cuando visitan las salinas?
Creo que los turistas valoran la oferta de visitas tal como la hemos diseñado. Al inicio, los visitantes reciben una introducción a través de dos vídeos: uno de carácter histórico y otro de carácter científico.
A continuación, el recorrido continúa en tren para adentrarse directamente en las salinas. En esta etapa, mis compañeros y yo decidimos incorporar la figura de un guía que ofrece una explicación en directo, con el fin de aportar una dimensión distinta. Además, hemos diseñado actividades complementarias que enriquecen la experiencia, como la observación de estrellas, cursos de fotografía de naturaleza y juegos para niños/as, entre otras.
Considero que la experiencia de visita está muy bien estructurada. Se trata de una propuesta dinámica que combina información, emoción y vivencia directa. De forma que los visitantes viven plenamente el ambiente salinero.
Biodiversidad
– ¿Cómo ha influido la actividad productiva de las salinas de Conti Vecchi en la conservación de la biodiversidad?
Lo sorprendente aquí es que la producción industrial ha favorecido la biodiversidad. El movimiento constante del agua, que es necesario para producir sal, ha permitido la conservación de los ecosistemas durante un siglo.
En la otra salina histórica de Cagliari, la producción se detuvo en los años 90 y eso tuvo un impacto negativo sobre la biodiversidad. En Conti Vecchi, en cambio, la actividad nunca se interrumpió, lo que ha permitido la conservación de los humedales y la fauna asociada a estos.
Comunidad y memoria histórica
– ¿De qué manera se involucra la comunidad local en este proyecto?
En los años 30 trabajaban aquí unas 1.500 personas. Existía una comunidad formada por dos pueblos de trabajadores, con casas, servicios compartidos y una vida en común sin distinciones sociales.
Para recuperar esa memoria hemos entrevistado a los antiguos trabajadores. También colaboramos con vecinas que preparan platos tradicionales, como empanadas de cordero o puré de anguila. Además, hemos puesto en marcha una tienda donde se venden los productos locales: cestas hechas con junco de la laguna, cerámica tradicional…Todo esto permite que la comunidad participe activamente y que el proyecto tenga un impacto positivo en la economía local.
Sin embargo, lo más importante de todo ha sido devolver este lugar a la gente, que, durante décadas, estuvo cerrada al público porque era un espacio privado de producción industrial.
Estrategia de comunicación
– ¿Qué acciones de comunicación desarrollan para dar visibilidad a las salinas?
Nuestra comunicación combina varios niveles: institucional, conectada con las actividades del FAI en toda Italia; local, con cartelería en la ciudad de Cagliari, colaboraciones con museos, oficinas de turismo, hoteles y restaurantes; y educativa, enviando propuestas a escuelas de toda Cerdeña para fomentar la visita de grupos escolares.
También organizamos eventos culturales (conciertos, teatro, cine al aire libre, observación astronómica, etc.) que atraen a todo tipo de públicos. Muchos llegan interesados por el evento y terminan descubriendo las salinas.
Consejo para las Salinas de Marchamalo (Proyecto RESALAR)
– Desde tu experiencia, ¿qué recomendarías para la gestión futura de las Salinas de Marchamalo?
Lo primero es acercarlas a la comunidad a través de eventos culturales: El patio frente a las naves me parece un lugar idóneo. También sería útil diseñar actividades educativas para escuelas, talleres para familias y experiencias ligadas a la naturaleza, como la recolección de sal, la observación de flora y fauna, o juegos de descubrimiento para niños.
Es importante además fomentar un sistema de donaciones transparente, mostrar a la gente en qué se invertirá su dinero, y crear una red de “Amigos de las Salinas de Marchamalo” que refuerce el vínculo con el lugar.
Por último, no olvidéis la importancia de crear una tienda de productos locales o representativos del ambiente salinero, como podría ser un peluche de flamenco.
El proyecto RESALAR tiene el objetivo de regenerar espacios del litoral del Mar Menor y su biodiversidad para fortalecer la resiliencia del litoral frente al cambio climático y mejorar e incrementar los servicios ecosistémicos que proveen a la sociedad.
Este proyecto, que coordina la Fundación ANSE, y en el que participan la Asociación de Naturalistas del Sureste, WWF-España y el Instituto Español de Oceanografía, Centro Nacional de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IEO-CSIC), cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), que aporta el 95% de la financiación del proyecto, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU, y se encuentra vinculado al Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El proyecto cuenta con la cofinanciación de la Fundación Estrella de Levante y con la colaboración de Salinera Española y de Biocyma.
ANSE