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Mostrando las entradas etiquetadas como CARTAGENA

El Contralmirante Camilo Molins Carrera, fusilado en Cartagena por los franquistas en 1939 tras negarse a apoyar la sublevación

Camilo Molins Carrera nació en Vigo en 1876. Ingresó en la Escuela Naval de San Fernando (Cádiz) obteniendo el grado de guardiamarina en 1896, y el de alférez de navío en 1900. Durante sus 34 años de oficial de la Armada mandó el torpedero nº 9, el guardacostas Tetuán, el transporte Contramaestre Casado, el crucero Blas de Lezo y la Base Naval de Ríos, y participó en operaciones en Marruecos. Fue ascendido a contralmirante en 1934. Fueron 40 años de brillantes servicios y total entrega a la Armada. La sublevación de julio de 1936 le sorprendió como 2º jefe de la Base Naval de Cartagena y jefe del Arsenal de esta. En Cartagena, el gobernador militar se negó a unirse a la sublevación, contando con el apoyo de la Artillería de Costa. El 19 de julio la población Republicana de Cartagena, se lanzó a la calle y comenzó a armarse. En la Base Naval y el Arsenal jefes y oficiales pugnaban por poner al servicio de a los sublevados las unidades navales dependientes del Departamento Marítimo. Sin

Sublevación en Cartagena

La guardia de «guerrilleros» que custodia la «Posición Yuste» le deja pasar una vez identificado. Galán se lleva el puño a la sien en movimiento maquinal mil veces repetido.     —El señor presidente le espera…     Con el doctor Negrín están reunidos el subsecretario de Defensa, Antonio Cordón, antiguo capitán de artillería y diplomado de estado mayor, miembro hoy del comité central del partido, y que hace tres días acaba de ser ascendido a general. Jesús Hernández, del buró político y comisario inspector de las fuerzas de tierra, mar y aire, y, disimulado tras su borroso aspecto de profesor pacifista, el todopoderoso «Ercoli», representante de la Internacional comunista, el italiano Palmiro Togliatti, que simula limpiar con aplicación sus gafas.     —Amigo Galán, le he convocado con cierta precipitación porque voy a encargarle una misión delicada. Siéntese.     El presidente del gobierno y ministro de Defensa viste un traje oscuro y, aunque parece fatigado, la voz y el tono con que le

La Segunda República en Cartagena

Cartagena durante la Segunda República Española. Marco Socioeconómico y Bienio Social Azañista POR Francisco Franco Fernández* Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se caracterizaron por la unidad de acción entre republicanos y socialistas, cuyo único aglutinante fue la lucha antimonárquica y la reivindicación de la República, y su eficacia en el desempeño de la actividad electoral pese a las limitaciones antes apuntadas. La campaña en Cartagena tuvo lugar en medio de un ambiente de tranquilidad, reflejándose en los mítines de los partidos republicanos y de izquierdas una crítica tanto de la monarquía como de los partidos tradicionales y en los de éstos una defensa de la estabilidad y el orden público. La implantación de la República y el bienio social-azañista. En el municipio de Cartagena, a pesar de la elevada abstención y de ciertas irregularidades inherentes al sistema, el triunfo de la conjunción republicano-socialista a nivel local se acogió con enorme júbilo. Como

Marzo del 39

En los primeros días del mes de marzo de 1939, una serie de acontecimientos en Cartagena acabarían acelerando el desmoronamiento de la República y precipitando el desenlace de la guerra. Desde las filas franquistas trataron de aprovechar aquellos episodios para asestar el golpe definitivo, finalizando así la contienda con una acción espectacular, que elevaría el prestigio militar y la vanidad de algunos egos. Aquella precipitación, con la guerra ya ganada, llevaría a la muerte a cerca de 1500 hombres del ejercito del general Franco, en la que ha sido la mayor tragedia de la Historia en aguas españolas siendo pese a ello desconocida por muchos. Pese a la magnitud de aquellos acontecimientos que acabarían en una colosal tragedia, todavía hoy son muchas las personas que desconocen lo que allí ocurrió en aquellos días de principios de marzo de 1939.  Con esta crónica, Florentino Areneros pretende tratar de rellenar este vacío, y para ello se apoya en dos libros que considera imprescindible